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La mescalina (trimetoxifeniletilamina) es un alcaloide de origen vegetal con propiedades psicodélicas y alucinógenas. Fue aislado del peyote, y está también presente en algunas otras cactáceas como el San Pedro. Las formas vegetales suelen tomarse tras secar el cactus, ya que sus principios activos no son volátiles.
La molécula de mescalina es una fenetilamina, relacionada estructuralmente con el neurotransmisor noradrenalina. La síntesis química de esta molécula es posible, pero es relativamente costosa.
La mescalina ha sido utilizada con fines diversos. Tradicionalmente tuvo un rol esencial en rituales religiosos, entre nativos americanos, quienes consideran esta sustancia como promotora de apertura espiritual. Habiendo penetrado en otras culturas, la mescalina fue utilizada con propósitos recreativos, pero también, como entactógeno, para facilitar la psicoexploración.
Entre los efectos que produce su ingestión están visiones y alucinaciones, distorsión de las coordenadas espacio-temporales, y alteraciones del esquema corporal. Sus efectos varían en función del ánimo del consumidor, sus expectativas, y el medio que le rodea, por lo que tradicionalmente se ha destacado la importancia de que el uso de esta droga fuera unido a preparativos muy concienzudos: los efectos podrían resultar impredecibles.
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